Stéphane Belmondo: "Love for Chet"

Texto: Luis Miguel Flores

El título no engaña en el último disco del trompetista Stéphane Belmondo: «Love For Chet» (naïve, 2015) es un homenaje directo al también trompetista -y cantante ocasional- Chet Baker. A un Chet crepuscular; a las grabaciones de Baker para el sello SteepleChase en los primeros 80, junto al guitarrista Doug Raney y el gran contrabajista danés Niels-Henning Ørsted Pedersen. Justo en los años previos a que le conociese Stéphane Belmondo, quien demuestra su amor a Chet -y a estas canciones- junto al contrabajo de Thomas Bramerie y la guitarra de Jesse Van Ruller.

Más claro imposible: Chet Baker fue mi amigo y mi héroe. Tuve la suerte de conocerlo cuando estuvo en Paris de 1985 a 1988, y me dio todo su apoyo cuando yo era todavía un joven músico, invitándome a actuar con él y dándome valiosos consejos. Hablábamos mucho sobre la música y sobre la vida. Fue como un padre para mí. Esta amistad cambió mi vida, y he necesitado 25 años para atreverme a rendirle homenaje con este disco». Así se explica Stéphane Belmondo con palabras. Su trompeta explica aún mejor ese vínculo, que ha debido necesitar también ese cuarto de siglo para despegarse un poco del recuerdo y evitar la mímesis. Lo consigue.

Stéphane Belmondo: "Love for Chet"

El repertorio está por lo general extraído directamente de los discos de Chet Baker para el sello danés Steeplechase. Entre los doce temas, un buen puñado de standards («Love For Sale», «Seven Steps to Heaven», «On Green Dolphin Street», «I Remember You»…) pero también indicios de la estancia europea de Baker en esos años, como la deliciosa «La Chanson D’Helène» (que Romy Schneider y Michel Piccoli interpretan en la cinta francesa «Las cosas de la vida») en la que Belmondo da con el equilibrio justo entre melancolía, delicadeza, calidez y evocación: puro Chet.

En el disco -no podía ser menos tratándose de un tributo a Baker- ganan por mayoría aplastante las baladas y los temas medios. Por suerte, ante cada tentación de sucumbir al tedio se despliega la belleza de lecturas como la de esa «Tarde» mecida por la bossa, en la que Belmondo da una lección magistral de sordina. Mención aparte merece el espectacular trabajo del holandés Jesse Van Ruller, uno de los más grandes guitarristas europeos de jazz de los últimos 20 años. Para que no falte de nada, Amin Booker se encarga de revivir la susurrante faceta vocal de Chet Baker en otro standard: «Blame it on My Youth».

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