Chet Baker por William Claxton

Texto y selección: Manuel Recio

Si hay una vida trágica en la historia del jazz esa es sin duda la de Chet Baker. Con su imagen de estrella del cine, con su mirada seductora y, por supuesto, con su inconfundible sonido de trompeta. Meloso, susurrante, indolente. Como su voz, vaporosa y profundamente evocadora. Chet Baker vivió al límite y su única pasión -con permiso de las mujeres y los coches- fue el jazz. Con Listas Spotify Eternamente Chet queremos hacer un recorrido por uno de los músicos de jazz más convulsos pero a la vez más interesantes.

Chesney Henry Baker Jr., más conocido como Chet Baker, nació en Yale en 1929 y falleció en Amsterdam, tras caerse por la ventana de un hotel después de haber consumido drogas. Tenía solo 58 años. Nadie mejor que él para ejemplificar el malditismo del jazz, esa figura de músico atormentado, esclavo de sus excesos, donde la genialidad y la autodestrucción se unen a partes iguales.

Empezó tocando en el cuarteto de Gerry Mulligan donde apenas duro un año. Enseguida formó su propio cuarteto y grabó, en 1954, Chet Baker Sings uno de sus álbumes más aclamados, donde no solo destaca como trompetista, sino que además despunta como vocalista. Pasó por diferentes bandas y estilos, pero fue en el cool donde brilló como ningún otro.

Según el crítico de jazz Ted Gioia, como músico estaba lleno de limitaciones: «su registro era limitado, su capacidad para leer partituras era deficiente, su técnica poco tenía de especial, su interés en la composición era casi nulo, pero como solista se encuentra merecidamente entre los más destacados de su generación. Su instinto para la improvisación melódica era sólido y seguro, y sus líneas improvisadas alcanzaban un patetismo conmovedor«. Nadie hizo una versión más patética (en el sentido griego de la palabra) de «My funny Valentine».

Baker tuvo sus escarceos con el cine, salió en portadas de revistas y posó como modelo para varios fotógrafos. La serie donde le inmortalizó William Claxton es especialmente icónica. A finales de los 50 cayó en las drogas y abandonó Estados Unidos.  En 1960 en Italia fue arrestado y estuvo más de un año en la cárcel. La heroína se interpuso en su carrera profesional y pagaría las consecuencias. En 1966, en San Francisco, tras una bronca entre camellos perdió un diente y tuvo que modificar su forma de tocar la trompeta.

Su agitada vida fue inmortalizada por Bruce Weber en el fundamental «Let’s get lost», una película que muestra a la perfección la contradictoria carrera de Baker. A finales de este año está prevista que se estrene «Born to be blue», su biopic, protagonizada por Ethan Hawke.

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